Las diferencias entre las
generaciones actuales y las antiguas son evidentes para cualquiera que se haya
criado desde los años 80 hacia atrás. Salir a jugar a la calle y no volver
hasta que oscurecía, era parte de aquello. La infancia del pasado parece haber
sido más sociable y con una vida familiar más importante y prioritaria que en
la realidad de hoy, donde existen las redes sociales virtuales y la posibilidad
de encontrar cualquier información sin salir de casa, tan solo navegando en
internet.
“La vida de barrio permitió
crecer de manera más libre y autónoma, en comparación a los niños de hoy. La
confianza en su entorno también permitía sentir que el mundo era más seguro”.
“A favor de la infancia de
hoy debemos rescatar la capacidad cognitiva que han desarrollado los niños: su
mirada es más evolucionada que la de los chicos de antes, ven resoluciones
simples a problemas que para los adultos parecen complejos”.
“A favor de la infancia de
hoy debemos rescatar la capacidad cognitiva que han desarrollado los niños: su
mirada es más evolucionada que la de los chicos de antes, ven resoluciones
simples a problemas que para los adultos parecen complejos”.
Amigos de la tecnología: es
inevitable
Uno de los temas más potentes
en el cambio entre la infancia de ayer y la de hoy, es el tema de la
tecnología: ¿cómo afecta esto las relaciones sociales?, ¿deberíamos restringir
su uso a nuestros hijos?
Se hace difícil pensar en la
posibilidad de limitar a nuestros niños el acceso al mundo virtual,
considerando que, en etapas avanzadas, llega a formar parte de su mundo social.
“Sin embargo, es importante establecer ciertas edades de corte donde el uso de
tecnologías debe ser controlado por los adultos. Pensar que un menor de tres
años se estimula a través de juegos electrónicos es un error, pues la mayor
estimulación que reciben a esta edad es a través del contacto con un otro, en
donde la necesidad de contar con un cuidador estable y predecible es
fundamental.
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